La herpetofauna de los valles del Jarama y Manzanares, 450.000 años de evolución en las comunidades de reptiles y anfibios del centro de la Península Ibérica


El nuevo artículo, publicado en la revista "Quaternary International", permite ver como ha ido cambiando el paisaje y los ambientes durante el último medio millón de años en el centro de la Península Ibérica.


Gracias a los conjuntos paleontológicos de reptiles y anfibios prehistóricos de los yacimientos madrileños de Áridos-1 (MIS11b), Valdocarros II (MIS8a/7e), Estanque de Tormentas de Butarque ETB-H02 (MIS7d o MIS6), PRERESA (MIS7/6 o MIS5a) y HAT (MIS5a), situados en los valles del Jarama y Manzanares, desde el equipo de Paleoherpetologia del Institut Català de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) hemos podido reconstruir los efectos que la inestabilidad climática y los ciclos glaciales-interglaciales han causado en el ambiente y paisaje del sureste de Madrid durantes los últimos 450.000 años, entre el Pleistoceno Medio e inicios del Pleistoceno Superior. En este registro paleoherpetológico se ha documentado un total de 20 taxones diferentes (8 anuros y 12 reptiles), lo que representa el 77% de la herpetofauna actual que habita el sureste de la actual Comunidad de Madrid. A través de un estudio comparativo con la situación actual y de los datos actualistas de las diferentes especies, se ha reconstruido el paisaje de la región durante tres fases del ciclo climático pleistocénico: el paisaje para la fase glacial (ETB-H02), la transicional entre una fase fría y templada (Valdocarros II) y una tercera para unas condiciones interglaciales (Áridos-1, HAT, PRERESA, y actualmente). 

Esto nos ha permitido saber que el ambiente estaba particularmente abierto durante los períodos secos, independientemente de si había condiciones más frías o cálidas. La principal diferencia entre una fase interglacial y una glacial era la representación proporcionalmente opuesta de los bosques frente a los ambientes húmedos: estos últimos estaban más representados durante los períodos fríos que durante los cálidos. Por último, como lo documenta la sucesión de Valdocarros II, los períodos de transición entre el clima frío y el cálido eran ambientalmente más boscosos, pero en detrimentro de los prados húmedos de forma progresiva. 

De acuerdo a la relación entre riqueza de especies, biodiversidad y factores climáticos y ambientales, se observa una clara correlación entre la riqueza de reptiles y la masa boscosa. De manera similar, la precipitación media anual, la cantidad de lluvia media anual, se ha revelado como el factor más influyente en la diversidad local de los reptiles, debido a sus implicaciones en la extensión de la cubierta vegetal así como en la productividad y en los recursos del ecosistema. En el caso de los anfibios, las precipitaciones no influyen en un aumento de su representación sobre el total de individuos, sino en la riqueza de especies: la diversidad taxonómicas en los anuros es mayor cuanto menor es la cantidad de precipitación media anual. Este patrón tan inusual lo hemos atribuido al hecho de que no hay anuros estrictamente forestales dentro de los conjuntos arqueológicos y que la mayoría de los anuros presentes en los yacimientos (como, por ejemplo, Pelobates cultripes y Epidalea calamita) están bien adaptados a las condiciones áridas propias de la mayor parte del centro de la Península Ibérica.


El artículo completo está disponible en el siguiente enlace:





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