Dinosaurios del pasado y lagartijas del presente en el yacimiento de icnitas de la Rambla de Tambuc (Millares, La Canal de Navarrés)

En el interior valenciano, concretamente al norte de la comarca de La Canal de Navarrés y dentro del término municipal de Millares, se encuentra el yacimiento paleontológico de icnitas de la Rambla de Tambuc, dividido a su tiempo en "Tambuc Este" y "Tambuc Oeste". Se trata del yacimiento icnológico, es decir, de huellas fosilizadas, más importante en territorio valenciano y uno de los más significativos a nivel de la Península Ibérica y está protegido con categoría de BIC (Bien de Interés Cultural).

Sector "Tambuc Este" del yacimiento paleontológico de icnitas de La Rambla de Tambuc (Millares, La Canal de Navarrés).

La visita del yacimiento nos acerca al mundo del Cretácico Superior (Santoniense-Campaniense, entre 86,3 a 77,1 millones de años), cuando estas tierras del macizo del Caroig (o del Caroche) eran una gran llanura litoral que se inundaba según los ciclos de las mareas y por la que diferentes especies de dinosaurios se desplazaban. Todas las icnitas identificables de este gran yacimiento, más de 400 aunque sólo menos de la mitad conservan bien definida su forma tridáctila, pertenecen a dinosaurios bípedos, terópodos (carnívoros) o ornitópodos (herbívoros), todos ellos de un tamaño entre reducido a mediano. La escala de tamaños de las huellas puede ser atribuida a la representación de diferentes especies o bien también a la existencia de individuos de distintos estadios de crecimiento de una o más especies.

Icnita de dinosaurio terópodo de La Rambla de Tambuc (Canal de Navarrés, C. Valenciana).

Icnita de dinosaurio terópodo de La Rambla de Tambuc (Canal de Navarrés, C. Valenciana).

Icnita de dinosaurio ornitópodo de La Rambla de Tambuc (La Canal de Navarrés, C. Valenciana).

Icnita de dinosaurio terópodo de La Rambla de Tambuc (La Canal de Navarrés, C. Valenciana).

Entre estas huellas de grandes saurópsidos de la prehistoria, como lo fueron los dinosaurios, corretean en nuestros días pequeños saurópsidos autóctonos, como lo son las lagartijas. En la estructura construida para la visualización de "Tambuc Este" se dejan ver las primeras, en este caso adultos de lagartija ibérica (Podarcis hispanica), muy desconfiados ante nuestra presencia y que al más leve movimiento huían rocas arriba.

Lagartija ibérica, Podarcis hispanica (La Canal de Navarrés, C. Valenciana).

Recorriendo la rambla seca para llegar a "Tambuc Oeste" nos encontramos con una segunda especie de lagartija, la cenicienta de Edwards (Psammodromus edwardsianus). Curiosamente, este individuo soleaba tranquilo, buscando el mejor lugar para termorregular su temperatura corporal a pesar de tenernos a escasa distancia y con las cámaras apuntándole. Situación que aprovechamos, pues raramente esta especie muestra tanto tiempo de exposición y de oportunidad para fotografiarlo.

Lagartija cenicienta de Edwards, Psammodromus edwardsianus (La Canal de Navarrés, C. Valenciana).

Unos pocos minutos después y a escasos metros de distancia una cola de brillante coloración verde destaca entre la roca caliza. Es el atributo más identificable de un recién nacido de lagartija ibérica, Podarcis hispanica, que intenta pasar desapercibido sobre la roca gris.

Neonato de lagartija ibérica, Podarcis hispanica (La Canal de Navarrés, C. Valenciana).

Ya en "Tambuc Oeste" encontramos la tercera especie de lagartija. En el momento de llegar nosotros allí, vemos como un adulto de lagartija colilarga (Psammodromus algirus) huye con movimientos erráticos de la zona de las icnitas, descubierta y desprotegida, hasta una zona de matorrales de romero que le permiten tener cierta cobertura de seguridad. Con paciencia nos aproximamos y conseguimos averiguar el motivo de su torpeza: la lagartija está tragando un ortóptero enorme que casi no le cabe en la boca.

Lagartija colilarga, Psammodromus algirus (La Canal de Navarrés, C. Valenciana).

Ante estas escenas uno no puede evitar preguntarse cómo sería la pequeña herpetofauna del Cretácico Superior, cuando los pasos de unos dinosaurios sobre el suelo mojado de agua marina dejaron las huellas que nos rodean, petrificadas por los milagros geológicos. Porque junto con los dinosaurios había en todos los ecosistemas terrestres del planeta un amplio abanico de saurópsidos, lepidosaurios, arcosaurios, pantestudinos y un largo etcétera, que ha quedado totalmente a oscuras de la divulgación científica y de la socialización de nuestros descubrimientos por la larga sombra que proyectan sus primos lejanos dinosaurianos. Quién sabe si hace 80 millones de años, entre aquellas huellas frescas marcadas en el suelo, correteaba algún pequeño lepidosaurio escamoso buscando invertebrados que comerse.



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