La borrasca Filomena y el despertar invernal de los sapos de espuelas (Pelobates cultripes)

Más allá de las consecuencias televisadas, la borrasca Filomena también ha servido para reactivar la actividad vital de muchas poblaciones de anfibios. En el litoral valenciano las precipitaciones no han sido demasiado elevadas pero, gracias a que las temperaturas no han bajado exageradamente y que el viento no arreciaba, los días lluviosos del temporal nos han permitido reiniciar las prospecciones asociadas al II Atlas Herpetológico Valenciano. Así, varios miembros de la Asociación Herpetológica Timon prospectamos nuevas localizaciones que cumplían los requisitos ideales para acoger poblaciones viables de sapo de espuelas, Pelobates cultripes, el anuro valenciano que ha sufrido un proceso de rarificación más acusado, con permiso de la sapillo pintojo ibérico (Discoglossus galganoi).

A cambio de pasar frío y de acabar algunos de nosotros con la ropa empapada, en una de las localidades que bordean el Parc Natural de l'Albufera encontramos una nueva población de sapos de espuelas. En la oscuridad de las primeras horas nocturnas y acompañados por una persistente llovizna, los individuos adultos, tanto machos como hembras, emergían del sustrato arenoso y se dirigían hacia las malladas de aguas temporales, donde en breve iniciarán el celo reproductivo. Si este invierno continúa siendo suficientemente húmedo y los puntos de agua no se secan demasiado pronto, con suerte, tendremos una nueva generación de Pelobates cultripes asegurada.


Hembra adulta de sapo de espuelas, Pelobates cultripes.

Macho adulto de sapo de espuelas, Pelobates cultripes.

Hembra adulta de sapo de espuelas, Pelobates cultripes, adoptando su posición defensiva.


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